Respiración asistida para el Valencia

Manu Vallejo apareció en el último suspiro para ponerle la respiración asistida a un Valencia que se ahogaba en la tristeza, sin encontrar la manera de sumar para huir del fondo de la tabla. Solo cuando el gaditano rompió el bloqueo, futbolístico y emocional, llegó el segundo tanto de Gameiro para desatar a un equipo que durante demasiados minutos se mostró obtuso, poseedor de la pelota pero atenazado por las dudas que nublaron la lucidez para batir a un Celta grisáceo que jugó 30 minutos en inferioridad. [Narración y estadísticas: 2-0]

No parece este el camino para evitar que el sufrimiento de la parroquia valencianista, tan enfadada como decepcionada. Es el que ahí. Acabó la etapa de soñar para volcarse unicamente en dormir sin tener pesadillas.

No estaba Javi Gracia en el banquillo, pero ordenó una revolución, quizá sabiendo que podía ser la última. Una derrota le podía costar el cargo y lanzó a morir con quien se lo ganó en Paterna. No perdonó a Jaume sus errores en los últimos partidos ahora que Cillessen está recuperado y le dio la portería al holandés cuatro meses después de su grave lesión. A Guedes lo castigó por apatía apostando por el canterano Álex Blanco en la banda y Kang In como segundo punta, pero al portugués poco le importó, más preocupado por comerse una barrita energética que el poco miedo que sus compañeros le metían al Celta. Gracia tiene poco que perder cuando su puesto sabe que pende del hilo telefónico con Singapur. De nada iban a servir las conjuras de capitanes, ex jugadores y las videoconferencias con el presidente si en el campo no se abandonaba la mediocridad.

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