No es el año más goleador de Messi. Después de un inicio salpicado de lesiones que le impidió marcar hasta la jornada número ocho ante el Sevilla, supo encadenar una racha fenomenal de doce goles en ocho partidos. Sin embargo, en los últimos cuatro partidos de Liga sólo ha sido capaz de hacerle un gol al Alavés. Se secó ante la Real, en el Clásico y en el derbi contra el Espanyol.
Messi, de hecho, tiene casi imposible meterse ya en la lucha para ganar su séptima Bota de Oro. Con 13 goles y 26 puntos, está a siete goles y catorce puntos de Ciro Immobile, actual líder de la tabla de goleadores europeos por delante de Robert Lewandowski. Sin embargo, el argentino sí ha sido capaz de soportar la primera plaza en la tabla de goleadores de LaLiga.
Es difícil adivinar cuál será la reacción de Messi a este cambio de entrenador, el quinto que vive desde que está en el Barça, donde ha sido dirigido por Rijkaard, Guardiola, Tito Vilanova, Tata Martino, Luis Enrique y ahora Quique Setién. Con los últimos, el argentino ha hecho casi costumbre darles la bienvenida con goles. Messi marcó en el debut con Tito Vilanova. En la Supercopa de 2012 (gol en un 3-2 al Madrid) y en LaLiga (dos goles en un 5-1 a la Real). Con Martino, hizo un doblete en el debut oficial en LaLiga 2013-14 del técnico argentino (7-0) al Levante. Con Luis Enrique, marcó en el primer partido de Liga de la campaña 2014-15 (otro doblete en un 3-0 ante el Elche). Finalmente, también le hizo un gol de penalti al Madrid en el primer partido oficial de Ernesto Valverde al frente del Barça en plena depresión por la marcha de Neymar.
A Messi se le ha visto sonriente en los primeros entrenamientos con Setién, que le ha dedicado palabras de admiración desde el primer día, pero que también aseguró que sabría mantener la distancia y estar en su sitio cuando llegase el momento. Messi no es un jugador fácil para los técnicos. Quiso a Rijkaard más con el tiempo que en el momento (le disgustó no estar en la final de la Champions de 2006), vivió de más a menos con Guardiola, apreció a Tito, soportó a Martino y con Luis Enrique tuvo la relación más extraña. Quiso forzar su salida después de la tormenta de Anoeta en enero de 2015 y acabó fundido en un abrazo con él en el adiós. «Está muy cerca de Guardiola», ha llegado a decir en alguna ocasión. A Valverde lo respetó hasta el final, pero es cierto que con el poder absoluto que tiene en el club, no evitó su destitución. Tal vez porque vio que al equipo le hacía falta una sacudida que, espera, le dé Setién. Veremos si también al cántabro lo recibe con un gol.