Bono, la seguridad del Sevilla pertenece a un portero vintage

Cuando José Ángel Iribar habla de un portero, pocas veces se detiene en sus cualidades sobre el césped. Para él, el valor de un arquero está intramuros, bajo los huesos. «Se ve que tiene vocación, le gusta aprender, nunca le echa la culpa al empedrado», dijo en su día de Kepa. «Tenía una afición terrible al fútbol, mucha vocación», recordaba de Zubizarreta. El maestro sabe que el guardameta es un plato que se cocina lento, sin prisas, en vísperas de fiesta.

El plato preferido de Yassine Bounou, Bono (Montreal, Canadá, 1991), es el ‘rfissa’, una receta bereber, originaria de la región de Casablanca, que se prepara en eventos importantes y que requiere tiempo y paciencia para confeccionarse. Todo en el futbolista marroquí destila pausa. Sus brazos son dos enormes signos de paréntesis; dentro, una explicación al buen momento del Sevilla. Contra el Huesca volvió a ser decisivo. Cero goles en contra en sus últimos cuatro partidos de Liga. Cero goles en contra en los seis partidos que su equipo ha disputado en Copa del Rey. El club sueña sobre la almohada de su arco.

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